Detuvieron a uno de los viudos negros que drogaron y torturaron a un hombre en Palermo

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Uno de los tres viudos negros que drogaron y robaron a un hombre en Palermo la semana pasada se entregó en las últimas horas, luego de que la Policía de la Ciudad allanara su casa y se llevara elementos de valor para la investigación.

Detuvieron a uno de los viudos negros que drogaron y torturaron a un hombre en Palermo
Detuvieron a uno de los viudos negros que drogaron y torturaron a un hombre en Palermo

El joven, sobre el cual pesaba una orden de captura, se había cambiado el color de pelo para no ser reconocido. Pero al verse cercado, se presentó en la Comisaría Vecinal 4 D, luego de que días atrás los efectivos policiales allanaron su domicilio y encontraron cuatro teléfonos celulares y dos tabletas de medicación. Quedó detenido y a disposición de la Justicia.

Viudos negros en Palermo: así entraron los delincuentes a la casa de la víctima

El acusado, junto a dos cómplices, atacaron el 8 de noviembre a un hombre que había invitado a uno de ellos a su casa luego de conocerlo a través de una aplicación de citas.

En el inmueble, y tras tomar alcohol, la víctima perdió el conocimiento y cuando despertó se encontró que había dos hombres más en el lugar revolviendo sus pertenencias. Fue atado y golpeado. Los ladrones se llevaron dinero y otros objetos de valor.

El momento en que el agresor fue captado por una cámara de seguridad.
El testimonio de la víctima

En una entrevista televisiva, la víctima había dado detalles del violento ataque. Alfredo, oriundo de Misiones y psicólogo de profesión, denunció que fue drogado y torturado y que los agresores «jugaban mientras yo me desangraba».

El «match» lo había hecho hace un mes y medio, según contó, con alguien que se presentó como Julián Gutiérrez. «No fluyó para algo romántico» e intentaron «perfilar» su flamante vínculo hacia una amistad.

Entrevistado por TN, contó que es una persona «de pueblo», por lo que «no todo pasa por una cita y que pase algo». A su agresor, en un principio, lo vio como alguien «educado y buena persona» con la que compartía «cosas de laburo» y amenas charlas. «Hablamos un montón», recordó. Alfredo pensó que con Julián podría forjar una amistad. Habló de «ser compinches y demás».

Pero ese plan se diluyó el viernes. «Ese día él pasa a saludar y a cenar en casa. Me había propuesto hacer algo y yo le dije que estaba cansado, por eso se dio la cena», relató.

Alfredo le comentó que su menú sería «tarta y birra», a lo que Julián respondió que prefería llevar una botella de vodka. «Hasta ahí todo era normal, era una cena de amigos», contó.

Habló Alfredo, víctima de viudos negros.

Recapituló que Julián se tomó casi toda la bebida que había llevado y que él eligió tomar gaseosa. Su invitado fue tres veces al baño y él sólo una. Pero esa única pausa que propuso, aseguró, fue cuando le Julián le puso «algo en el vaso».

La conversación prosiguió y cerca de las 12.30 en un abrir y cerrar de ojos, el escenario cambió.

“Jugaban mientras yo me desangraba”

«Estábamos mirando un programa de entretenimiento y de repente pestañeo y cuando vuelvo a abrir los ojos estoy sólo con ropa interior, en mi cama, con las muñecas atadas y con tres tipos, él y dos más, atándome los pies», recreó ya con angustia.

Dijo que nunca se sintió mal ni se desvaneció, sino que fue ese aparente instante, que en realidad, calculó por las cámaras de seguridad, fueron cerca de tres horas.

Alfredo abrió los ojos y se encontró además con que era maltratado por uno de ellos. Sospechó que fue porque se despertó «antes de tiempo». Julián, contó, no estaba al mando del «trabajo» que repetían que llevaban a cabo.

«Mandaba el que estaba agresivo, Julián evitaba mirarme, bajaba la cabeza», dijo.

Expresó también sus sospechas de que sus agresores hayan estado bajo el efecto «de alguna sustancia» y por eso el maltrato se incrementaba.

El supuesto líder de la banda, dos veces, se posó sobre él y amenazó con apuñalarlo con un «cuchillo para picar carne» que sacaron de la cocina.

Atado de pies, con una corbata, y de manos, con sus muñecas juntas, primero lo tajearon en un brazo porque logró moverse ante un ataque que iba dirigido a su pecho.

El segundo le produjo un gran corte en una de sus piernas, que pudo mover porque aquella corbata «cedió» y logró moverse justo a tiempo.

Julián y sus cómplices le reclamaban dinero. «Plata, dólares, lo que tenga», insistían.

Les dijo entonces dónde estaban los 500 mil pesos que tenía para el alquiler, pero no fue suficiente, como sospechó que lo sería.

Hasta que encontraron sus ahorros y comenzaron a bromear entre ellos, mientras Alfredo perdía sangre en su cama.

«Empezaron a jugar con mi ropa, si les quedaría bien o no. Jugaban mientras yo me desangraba», sentenció luego, con la voz ya quebrada.

D.D.